martes, 4 de enero de 2011

El amor y la ficción autobiográfica de Mario Vargas Llosa

El género novelesco
no ha nacido para contar verdades,
pues estas al pasar a la ficción,
se vuelven siempre mentiras.


Soy una enamorada de las novelas de Mario Vargas Llosa. He disfrutado cada frase de sus textos con placer y complicidad. Con pasión. Aunque ya mucho se ha escrito sobre él, le dedico este espacio al autor del boom latinoamericano que recientemente recibió el Premio Nobel de Literatura.
Sus novelas han recorrido diversas ciudades, revoluciones y formas de rebelión del hombre, siempre con humor, sátira e ironía. Al mismo paso que va hilando relatos de aventuras que seducen y hechizan al lector, provoca con su inigualable estilo una espontánea combustión de sensaciones. Sus personajes al ser creados se convierten en arquetipos inolvidables de excesos, cursilerías y truculencias (cómo olvidar a Pedro Camacho el folletinista radiofónico, al erótico Fonchito provocando inocentemente a su madrastra, o al mismísimo Pantaleón Pantoja y sus sexoservidoras) con los que, como un niño travieso, señala la hipocresía, la eterna lucha entre la verdad y la mentira, el nacionalismo, la perversión política y el abuso del poder.
El amor ha sido también un tema recurrente: En La tía Julia y el escribidor, narra su primera aventura matrimonial con su tía; en Los Cuadernos de Don Rigoberto, el amor está personificado por el erotismo y la imaginación; y hasta en La orgía perpetua, (un ensayo sobre Madame Bovary) habla sobre el amor que convierte a Flaubert (su autor) en un apasionado y atormentado amante del lenguaje. Sin embargo, no es sino hasta Travesuras de la niña mala que por primera vez el amor es sentimental y central en el desarrollo de la novela.
Pero el amor de Vargas Llosa no es el amor romántico del siglo XIX, sino un amor actual que surge de su realidad, de aquella revolución de los sentimientos que el autor vivió en el Londres de los setentas. Un amor que tiene muchas caras y corresponde a la idiosincrasia, psicología, cultura, sensibilidad e imaginación de cada cual, reconociendo la diversidad sexual con menos prejuicios.
Sus novelas basadas siempre en algo que conoció y vivió de cerca, son collages autobiográficos que se convierten en la verdad de la mentira en el intento de plasmar una versión total de la historia, con sus pasiones, fantasmas y motivaciones más profundas, que en la realidad imperfecta y parcial se desconocen. Y es precisamente a través de esta memoria mezclada con fantasía, de esta tergiversación de la realidad que Vargas Llosa logra contar una historia de nuestra época que los historiadores nunca podrán contar.

Mariel Turrent Eggleton
REVISTA NECTAR diciembre 2010

1 comentario:

  1. No he leído las "travesuras" pero con este delicioso post que has escrito, ya me motivaste a leerlo. Para mí, uno de los libros que más me sorprendieron de Vargas Llosa fue "El paraíso en la otra esquina" una novela biográfica de dos parientes suyos; Flora Tristán, una de las primeras activista-feministas y su nieto Paul Gauguin.

    Siempre es un placer leerte.

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