martes, 20 de noviembre de 2012

Por quién doblan las campanas

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti. 
 
John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions

jueves, 1 de noviembre de 2012

2 de Noviembre


Para el habitante de Nueva York, Paris o Londres, la muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía.
“El laberinto de la soledad”, Octavio Paz.

sábado, 5 de marzo de 2011

SALAMBÓ: un instante del mundo antiguo

Aunque nunca he sido fanática de las descripciones detalladas y coincido con Mario Vargas Llosa en que la historia de amor de este libro resulta insustancial y pasada de moda, reconozco que la parte épica, las batallas, los banquetes, las fiestas, las ceremonias, fueron escritas con gran maestría y (además de Tolstoi) no ha habido otros que logren recrear escenas multitudinarias con el genio con que Gustave Flaubert (1821-1880) lo hizo al describir un mundo tan distante y distinto.
Salambó es una novela histórica que muestra el esplendor de Cartago, su corte y sus grandezas, pero también nos muestra con precisión la tortura, la muerte y las atrocidades y miserias de la guerra. Con vigor e intensidad Flaubert da vida a hombres y mujeres mediterráneos que piensan y actúan como lo hacían en el siglo III a. C.: Salambó, sacerdotisa virgen, misteriosa y de excepcional belleza; Amílcar Barca, padre de Salambó y genio militar, única esperanza de Cartago para combatir a los bárbaros pero que a pesar de luchar por la república no comulga con los intereses privados del consejo de ricos y ancianos que la rigen; Matho, capitán del ejército bárbaro (antes mercenarios del ejército cartaginés, que al no haber recibido su paga luchan en contra de la república) quién también libra una encarnizada lucha interna entre el odio y el amor que siente por Salambó; y Spendius un antiguo esclavo griego que movido por la sed de venganza quiere destruir la ciudad.
Tras haber leído cientos de libros de historia de la antigüedad y una visita a las ruinas del escenario de su novela en el norte de África, donde, se dice, que para poder describir mejor el sufrimiento de los soldados muertos por hambre llegó a pasar semanas sin comer, y luego de un arduo trabajo de redacción del texto buscando infatigable “la palabra justa”, Flaubert publicó con gran éxito en 1862 una de las diez mejores novelas históricas jamás escritas.
Salambó no es una reconstrucción fiel de los hechos. Pero es verosímil. La audacia de sus descripciones nos transporta en un delirio de sensualidad, perfumes exóticos, colores antiguos y sabores milenarios. A partir de que el cristianismo puso fin al Mundo Antiguo, fueron quedando atrás los dioses omnipresentes como Moloch, Baal y Tanit, sus sacrificios y rituales paganos. Atrás quedaron las costumbres de los griegos y los romanos. Pero nada de esto se ha olvidado. Aún podemos regresar y vivirlos gracias a la escritura de Gustave Flaubert.

Mariel Turrent Eggleton

domingo, 6 de febrero de 2011

LA SANGRE ERGUIDA: un rapidín disfrutable o la reivindicación del sexo.

“Se puede lograr un buen polvo manteniendo la conciencia alerta y los pies en la tierra, como un escritor con oficio puede crear una buena página por encargo, pero los polvos inolvidables, los grandes poemas de la sangre erguida son hallazgos milagrosos del instinto, pasaportes a la gloria que la inspiración o la fe descubren por accidente.”
Enrique Serna La Sangre Erguida

Aunque se le ha calificado como un “rapidín mañanero muy disfrutable”, La Sangre Erguida de Enrique Serna es una reflexión sobre la conexión entre el sexo y el amor; una filosa crítica al poder que se la ha dado al pene y al desempeño sexual en nuestra sociedad.
Con una prosa precisa y un manejo magistral del conflicto, Serna hace avanzar el relato manejando con oficio el arte del suspenso. Instigando la curiosidad del lector y arrancándole una que otra carcajada lo va enganchando en cada capítulo, para justo antes de llegar al clímax, soltarlo y empezar otra historia.

Declarado un autor irreverente al que poco le importan las citas pretenciosas o las referencias cultas se divierte haciendo copular al hablar áspero y crudo de los catalanes con la fuerza expresiva de los argentinos. En esta promiscuidad de lenguajes que le da vida a su narración logra que cada personaje se exprese en su jerga utilizando los regionalismos para enriquecer la novela.

El relato se desarrolla en tres planos narrativos con tres cuarentones que coinciden en diferentes momentos de la novela: Bulmaro Díaz, un mexicano manipulado por una soberbia dominicana y dominado por el apetito voraz de su pene; Juan Luis Kerlow, pornostar argentino que controla sus erecciones con el poder de su mente; y Ferrán Miralles, español donjuanesco e impotente que descubre el Viagra.

“Reflexioné mucho sobre la pornografía no condenándola en nombre de la moralidad sino en nombre del placer, pues el deseo frustrado es un mal que puede tener consecuencias funestas…”

En su obra el autor no intenta contar una historia ligera, sino que propone recuperar el misticismo de la entrega amorosa, para no ser víctima de esta sociedad iberoamericana tan falocéntrica que exacerba deseos que la mayoría de las veces no se pueden satisfacer.

Galardonada con el Premio de Narrativa Antonin Artaud 2010, por su erotismo y sentido del humor La Sangre Erguida se lee rápido y con la sonrisa en la boca pero al final nos queda una experiencia excepcional y una síntesis ejemplar de la obra del autor.

Mariel Turrent Eggleton
Revista Nectar Enero 2011

martes, 4 de enero de 2011

El amor y la ficción autobiográfica de Mario Vargas Llosa

El género novelesco
no ha nacido para contar verdades,
pues estas al pasar a la ficción,
se vuelven siempre mentiras.


Soy una enamorada de las novelas de Mario Vargas Llosa. He disfrutado cada frase de sus textos con placer y complicidad. Con pasión. Aunque ya mucho se ha escrito sobre él, le dedico este espacio al autor del boom latinoamericano que recientemente recibió el Premio Nobel de Literatura.
Sus novelas han recorrido diversas ciudades, revoluciones y formas de rebelión del hombre, siempre con humor, sátira e ironía. Al mismo paso que va hilando relatos de aventuras que seducen y hechizan al lector, provoca con su inigualable estilo una espontánea combustión de sensaciones. Sus personajes al ser creados se convierten en arquetipos inolvidables de excesos, cursilerías y truculencias (cómo olvidar a Pedro Camacho el folletinista radiofónico, al erótico Fonchito provocando inocentemente a su madrastra, o al mismísimo Pantaleón Pantoja y sus sexoservidoras) con los que, como un niño travieso, señala la hipocresía, la eterna lucha entre la verdad y la mentira, el nacionalismo, la perversión política y el abuso del poder.
El amor ha sido también un tema recurrente: En La tía Julia y el escribidor, narra su primera aventura matrimonial con su tía; en Los Cuadernos de Don Rigoberto, el amor está personificado por el erotismo y la imaginación; y hasta en La orgía perpetua, (un ensayo sobre Madame Bovary) habla sobre el amor que convierte a Flaubert (su autor) en un apasionado y atormentado amante del lenguaje. Sin embargo, no es sino hasta Travesuras de la niña mala que por primera vez el amor es sentimental y central en el desarrollo de la novela.
Pero el amor de Vargas Llosa no es el amor romántico del siglo XIX, sino un amor actual que surge de su realidad, de aquella revolución de los sentimientos que el autor vivió en el Londres de los setentas. Un amor que tiene muchas caras y corresponde a la idiosincrasia, psicología, cultura, sensibilidad e imaginación de cada cual, reconociendo la diversidad sexual con menos prejuicios.
Sus novelas basadas siempre en algo que conoció y vivió de cerca, son collages autobiográficos que se convierten en la verdad de la mentira en el intento de plasmar una versión total de la historia, con sus pasiones, fantasmas y motivaciones más profundas, que en la realidad imperfecta y parcial se desconocen. Y es precisamente a través de esta memoria mezclada con fantasía, de esta tergiversación de la realidad que Vargas Llosa logra contar una historia de nuestra época que los historiadores nunca podrán contar.

Mariel Turrent Eggleton
REVISTA NECTAR diciembre 2010

lunes, 6 de diciembre de 2010

Salinger: radiografía del desánimo

"Goddam money. It always
ends up making you blue as hell."

Me encanta que me cuenten historias, pero me gusta más que alguien me cuente una historia suya. Cuando tuve en mis manos “El guardián entre el centeno” de J.D. Salinger, el título me hizo pensar en uno de esos pueblos rurales de Estados Unidos. Para mi sorpresa, la historia nos hace recorrer las calles de Manhattan de la mano de Holden Caufield, un estudiante que, como el autor, es hijo de una familia acaudalada de Nueva York, expulsado de varias escuelas y con un historial problemático. La historia nos muestra una época de angustia y conformismo propia de la Guerra Fría, y la confusión de una juventud que lejos de desaparecer se ha intensificado a medida que el mundo cambia a pasos agigantados, abriendo aún más la brecha generacional.

Aunque el libro apareció en 1951, podemos reconocer en su personaje a un joven actual, apático e indiferente que cuestiona y se cuestiona, que es capaz de provocarnos con su rebeldía, enredarnos en esa depresión que lo vuelve obsesivo e incluso enternecernos con su inocencia. Caufield no sólo cuenta su historia y lo que le sucede en un par de días que transcurren a partir de que lo expulsan de la escuela, sino que reflexiona sobre sí mismo y su entorno dándole perspectiva.
Con un lenguaje fluido y franco, y un personaje descaradamente abierto, Salinger –murió en enero de este año, justo después de haber festejado sus 91 años - convierte a Holden Caufield en el antihéroe de la literatura estadounidense, causando todo un suceso positivo. Sin embargo su culto se vuelve trágico en la mente enferma y fanática de David Chapman, quién tras haber asesinado a John Lennon declara haberse inspirado en la novela para cometer su crimen.
Tras haber vendido más de 60 millones de ejemplares en el mundo “El Guardián entre el Centeno” sigue vivo entre los jóvenes, quienes en las frases de Holden encuentran aquello que los explica a sí mismos, el espejo que refleja el interminable sinsentido de la vida, un laberinto del que no se puede huir. Es un libro para los que son y fueron jóvenes y para todo aquel espectador como Holden, que a pesar de su gran sensibilidad, no logra permear los sentimientos al alma.
Después de haber publicado cuatro libros y logrado fama mundial, J. D. Salinger, decidió ocultarse del mundo por más de cincuenta años y no volver a publicar. Tal vez había dicho todo lo que tenía que decir en la voz de ese adolescente al que sentí muy cerca y me hizo reír, pero también llorar. Quizá todo estaba dicho para aquellos a los que nos gusta que nos cuenten historias.

Mariel Turrent Eggleton
REVISTA NECTAR diciembre 2010

sábado, 6 de noviembre de 2010

MADAME BOVARY

Tras dieciséis meses de trabajo y tres años de documentación, Gustave Flaubert termina la primera versión de su obra “La Tentación de San Antonio”. Su madre hace algunos meses le autorizó acompañar a Maxime du Camp a un largo viaje a Oriente, pero Gustave lo ha estado posponiendo, porque quiere que sea la recompensa al esfuerzo realizado en esta obra.
Es septiembre, 1849, el escritor ha reunido en su casa de Croisste a du Camp y Louis Bouilhet, su entrañable amigo. Llevan tres días seguidos escuchando sin descanso a Flaubert que lee y actúa, nervioso y entusiasmado su obra. Espera una opinión favorable que desafortunadamente no recibirá. Pero de ahí precisamente, de esta terrible decepción, nacerá una semilla que Bouilhet sembrará en su amigo, idea que crecerá para convertirse en su obra maestra: Madame Bovary.


Gustave Flaubert

El 12 de diciembre de 1821 nació Gustave Flaubert en l´Hotel-Dieu de Ruán, ciudad de Francia donde su padre era cirujano-jefe. Aunque su hogar fue siempre un remanso calido y alegre, había que evadir constantemente el ambiente gris que lo rodeaba y que sería inmanente a su obra.

Entre gritos de dolor, médicos y enfermeras, imagino a un niño jugando. ¿Cómo percibe el mundo ese niño que vive a la sombra de un hospital, parodiando a los médicos, a las enfermeras, a los que sufren, lloran y mueren?

“El anfiteatro de l'Hôtel-Dieu daba a nuestro jardín. Cuántas veces, con mi hermana no saltamos la celosía, y suspendidos entre las viñas vimos curiosos los cadáveres extendidos ¡el sol daba debajo; las mismas moscas que volaban sobre nosotros y sobre las flores iban volando allá y regresaban zumbando! Todavía veo a mi padre levantando la cabeza de su disección y diciéndonos que nos fuéramos. “

Desde niño, Gustave empieza a sentir una fascinación por el mal, el sufrimiento y lo horrible, desarrollando la capacidad de transformar todo esto en una farsa. A los once años entra al colegio de Ruán: “Fue un tiempo de aburrimiento inconcebible y una tristeza bestial mezclada con espasmos de payasadas“,1 Para divertirse con su cómplice y compañero de escuela Alfred Poittevin, inventa un personaje al que bautiza con el nombre genérico “le Garçon”, una especie de Pantagruel, al que le atribuye las actitudes más cínicas, para reírse de todo aquello que sucedía a su alrededor.



Las mujeres

Su vida sexual se vio limitada por sus relaciones intermitentes y la sustitución que hizo de las mujeres por la literatura como foco de deseo y fuete de placer. Escribir era para Flaubert una “orgía perpetua” . Sin embargo las mujeres en la vida de Flaubert fueron detonantes de su obra. Sus personajes femeninos, armados como un rompecabezas, mezclando fragmentos de aquellas a las que amó, adquieren gran fuerza marcando su estilo literario.

A los 15 años Flaubert caminando por la playa de Trouville, encuentra una figura que lo enloquece. Ante la aparición de una mujer en traje de baño queda para siempre deslumbrado. El encuentro con Elisa Schlesinger (de 26 años y casada) que relata en Mémoires d’un fou, sería 20 años después (1869) una imagen inolvidable de la cual nacería Marie Arnoux en su novela La Educación Sentimental, un relato basado en los recuerdos personales de esa pasión adolescente desenfrenada.

Emma Bovary es un híbrido de por lo menos dos mujeres de las que estuvo enamorado: Eulalie Delanglade y Louise Colet .

En un viaje a Córcega (1840 ), conoce una mujer de 35 años, que regresaba de Sudamérica, con la que inicia una relación intermitente y extraña que se repetirá cada vez que el escritor deba cruzar por Marsella. Aunque se sabe poco de esta misteriosa dama, Eulalie Delanglade (Mme Foucaud), al parecer inspira otros episodios amorosos narrados en "Souvenirs, notes et pensées intimes" y en "Novembre”:

1846 fue un año clave en la vida del escritor. Muere su padre, se casa su gran amigo Poittevin y aparecen dos mujeres importantes en su vida: Carolina, su sobrina que queda bajo su amparo tras la muerte de su hermana; y la escritora Louise Colet, con quien empieza a entrelazar su vida en una especie de laberinto que durante 10 años estará alimentado de drama, lagrimas y mensajes de amor, rupturas, reconciliaciones y tempestades.

La importancia de Louise Colet es radical ya que su relación transcurrió durante la creación de Madame Bovary. Gracias a la intensa correspondencia que mantenían (de dos a cuatro cartas semanales) se tiene un registro escrupuloso de ésta: el escritor fue detallando ahí, de manera espontánea; la teoría literaria de su siglo.


El Escritor

Un grave ataque de epilepsia, resultó ser el pretexto perfecto para que a sus 23 años, Flaubert abandonara sus estudios de derecho (impuestos por su familia) y se dedicara de lleno a la literatura.

Si bien Flaubert no continuó la profesión de su padre ejerciendo como médico, sí desarrolló la minuciosidad y la perfección, del cirujano. Su método de análisis escrupuloso y la precisión con que hace uso del lenguaje en todas sus descripciones, son un claro ejemplo de ello. En todas sus obras existe un formidable trabajo de preparación; para obras como Bovard et Pécuchet y Salammbô devoró más de mil quinientas obras.
Su admiración por Gautier lo hizo creer en la perfección de la forma y en el valor absoluto del arte:” l’art pour l’art”. Hora tras hora, Flaubert trabajaba en el ritmo, o la música de una oración buscando siempre “le mot juste” ( en una larga jornada de trabajo escribía a veces una sola frase o media página definitiva).
Flaubert vivía a través de las letras, y el registro detallado de sus pasiones, inquietudes, filosofía, técnica, y mucho más, se encuentra plasmado en su Correspondance, un intercambio epistolar que mantuvo con amantes, amigos y escritores de la talla de Víctor Hugo a lo largo de su vida (reunido en 13 volúmenes en la edición Conard).
Además de Madame Bovary, Salammbó, L’Education Sentimental, La Tentation de Saint Antoine y su novela inconclusa Bouvard et Pécuchet, escribió varios cuentos cortos donde reveló su maestría y gran dominio del género.


Emma

Emma es la precursora del feminismo: una mujer paradójicamente femenina, delicada, sensible aunque rebelde, decidida e inquieta. Esta burguesa normanda, aficionada a leer novelas románticas, se casa con un médico mediocre que no logra llenar sus expectativas. “…y ahora no podía imaginar que aquella calma en que vivía fuera la felicidad que había soñado” .
Aquel sueño de amor y pasión, aplastado por una realidad metódica y aburrida que literalmente la enfermó, la convierte en un quijote infatigable que busca (tal vez en el camino equivocado) su ideal. Un baile abre una brecha en la vida de Emma. “ En el frote con la riqueza, se le pega algo que ya jamás se borraría”. Eternamente insatisfecha, trata de llenar su vacío con amantes y cosas materiales que vertiginosamente la arrastran al abismo del suicidio. Sin embargo, Emma es una mujer ordinaria que va en contra del convencionalismo sórdido de la sociedad de su tiempo. El destino le ha dictado sentencia, condenándola a ser la esposa de un médico mediocre, pero ella es resuelta, pasea con un cigarrillo en la boca, y con un chaleco ajustado como el que llevan los hombres. Madame Bovary es la feminista trágica porque su lucha es individual, más intuitiva que lógica, contradictoria porque busca lo que rechaza, y está condenada al fracaso .
Un siglo después, la tragedia de Emma continuaría vigente. Las mujeres lucharían tal como lo hizo ella por su libertad. Una libertad que aun en nuestros días sigue siendo boicoteada con fantasías, de princesas y príncipes valientes, por modelos de belleza, lujosos y confort que son espejismos. Los mismos espejismos que Madame Bovary quería alcanzar, desesperada y apasionadamente, mientras sedienta cruzaba su propio desierto. Aun hoy la historia de Emma es actual, y seguramente que hay miles de Emmas caminando por la calles.




Madame Bovary

Punto de encuentro entre el romanticismo y el naturalismo-realismo, ejerció una notable influencia en la novelística del S XX. Sin duda Madame Bovary es una de las obras más singulares de su tiempo. En ella describe el anhelo por vivir, la búsqueda, y todos los detalles que podrían encasillarla dentro de la corriente naturalista-realista. Sin embargo, Flaubert se negó a ser asimilado dentro de estas corrientes estéticas que lo rodeaban y a diferencia de ellos, afirmaba que la forma literaria es tan importante como el fondo de ésta; la forma puede tener una fuerza propia, capaz de tocar una realidad más profunda que la descrita por los realistas. Lo cierto es que en Madame Bovary se ve por primera vez en la literatura, una narración desde varios puntos de vista simultáneos: la voz que cuenta la historia, el narrador omnisciente, se convierte casi en el personaje que se habla a sí mismo y vuelve a cambiar a la tercera persona de forma casi imperceptible. Proust dice en su artículo de la Nouvelle Revue Française: “He quedado estupefacto, lo confieso, al ver que se le trata de poco dotado para escribir, a un hombre que por el uso de enteramente nuevo y personal que hizo del pasado definido, del pasado indefinido, del gerundio; de ciertos pronombres y ciertas preposiciones, ha renovado casi tanto nuestra visión de las cosas, como Kant, con sus categorías las teorías del conocimiento y de la realidad del mundo exterior”.

Tras la decepción de la primera versión de su obra “La Tentación de San Antonio” Louis Bouilhet y Du Camp aconsejan al escritor olvidarse de esos temas difusos y vagos que no logra dominar y buscar un asunto más superficial. Bouillhet sugiere la historia de un curioso médico discípulo de su padre. Flaubert le toma la palabra y basándose en ese hecho real, recrea la historia de una pequeño-burguesa de provincia casada con un médico rural, cuyos sueños de amor romántico alimentados por las novelas que leía, resultan insatisfechos y la llevan al adulterio. Se podría decir que Madame Bovary se convertiría en un Quijote femenino, un personaje que al enfrentar su realidad pierde la razón y decide ir en busca de sus sueños.

“Madame Bovary no tiene nada verídico. Es una historia totalmente inventada; ahí no tengo nada ni de mis sentimientos ni de mi existencia.” escribe Flaubert a Mlle Leroyer de Chantepie en marzo 1857, “El artista debe ser en su obra como Dios en la creación, invisible y todo poderoso; que le sintamos por todos lados pero que no podamos verlo. “


“Nous ètions á l’ètude, quand le Proviseur entra, suivi d’un nouveau habillé en burgeois et d’un garçone de classe qui portait un grand pupitre... ”. Así comienza Flaubert a narrar la historia de Emma, y a medida que nos adentramos en la narración, van surgiendo de los acontecimientos, la emoción, la ironía, la pasión y la tristeza. Precursor del la técnica del monólogo interior, como un experto cirujano del alma, va abriendo con su pluma una a una las capas superficiales hasta llegar a lo más profundo de la mente y el espíritu humano, utilizando siempre la palabra precisa, sintetizando el pensamiento con gran sonoridad y belleza para que su prosa tuviera la fuerza sugestiva de la poesía.

Los personajes que rodean a Madame Bovary son seres sin luz, rudos, atados a sus costumbres, a su rutina, sin deseos, ni esperanza de otra posibilidad, sumergidos en una mediocridad y en un ambiente de tonos obscuros, impregnado de lluvia y frío, paisajes rurales monótonos plagados de grises.

Desde el Siglo XII la feminidad iba de la mano de la castidad, de la pasividad, la obediencia y culminaba en la maternidad. El amor era imposible, la sensualidad inmoral y la pasión obscura e irracional. Pero el cambio surge a mediados del siglo XVIII, las mujeres de la aristocracia se entregan al placer. Emma, es la mujer que toma conciencia de su feminidad, del amor, la pasión y el sentimiento por encima de la razón. Un personaje que sufre y se ahoga en lo que parece un matrimonio feliz.
Charles Bovary (inspirado en Delamare, oficial de salud, antiguo discípulo del padre de Flaubert), es el antagonista, personifica la realidad y la razón, para contraponerse al sentimiento y los sueños.
Al transcurrir la novela, la nobleza sucumbe, arrastrando todo a su paso ante la circunstancia cruel de la vida y la cualidad rastrera de quien se impone como el héroe.


Terminada en 1856 fue publicada en 1857 por entregas, primero en la Revue de Paris y meses más tarde en El Novelista de Ruán, provocando un escándalo que la llevó a ser censurada, mutilada y finalmente objeto de un proceso judicial por faltas a la moral, a cargo del procurador Pinard (quien participó también en el proceso contra Baudelaire). Gracias a esto Madame Bovary tuvo un éxito inmediato.

“Usted se detiene en detalles, cuando es el conjunto lo que hay que atacar. El elemento brutal está en el fondo y no en la superficie. No se blanquea a los negros y no se cambia la médula de un libro. Puede empobrecérsele, eso es todo”. Escribió Flaubert a Ernest Pinard defendiendo su obra.

“Mi obra ha adquirido para mí mismo algo así como una autoridad imprevista” , le escribió Flaubert a Marie-Antoine-Jules Sénard, el 12 de abril de 1857, Sénard había ganado la defensa contra Pinard ante los tribunales el 31 de enero del mismo año, logrando su exoneración y la publicación completa de la obra.

Mariel Turrent Eggleton
REVISTA ALGARABIA #62