sábado, 9 de octubre de 2010

Las viudas de los jueves:lujo y miseria de un barrio privado

Las viudas de los jueves, de la argentina Claudia Piñeiro, es una novela de título sugerente y portada atractiva que lo atrapará si es amante del suspense, y lo intrigará aún más si lee la recomendación de José Saramago y Rosa Montero, quienes aclaran que se trata del análisis de un microcosmos social en proceso de decadencia; un retrato psicológico y social del mundo acomodado occidental.
Y en efecto, el libro relata la vida de unas cuantas familias en un barrio privado de lujo. Un fraccionamiento de esos que abundan hoy en día, con muros altos, cercas de alta tensión y una caseta de seguridad que controla de manera estricta la entrada y la salida. Dentro, todo parece perfecto: las familias son tan bellas como las de los anuncios publicitarios y aparentan vivir en abundancia, calma y felicidad. Sin embargo, mediante un caleidoscopio de imágenes y voces, podemos ver la intimidad de cada uno de estos personajes que, víctimas de la crisis, se sienten derrotados y buscan a toda costa una salida.
Este retrato de una clase social sin escrúpulos de la Argentina de 1990 —que sufre la caída después de haberse enriquecido durante el menemismo—, se ha multiplicado en este nuevo siglo. La crisis no es exclusiva de Argentina, sino global. Las megacorporaciones han hecho despidos masivos dejando a miles de hombres y mujeres que ocupaban puestos millonarios en la calle, llenos de gastos y deudas, sin la posibilidad de colocarse en otro empleo que les permita conservar su estatus. Encerrados en sus murallas, no logran ver una solución digna, ni quieren salir de su paraíso. Hombres y mujeres que siempre cerraron los ojos para no ver lo que pasaba fuera de aquellas paredes, enfrentan en su edén la repercusión de un mundo con necesidades no resueltas y derechos no otorgados.
Lo realmente valioso en esta novela de 48 capítulos no es la intriga de las muertes que se mencionan en el primero y no se vuelven a mencionar hasta el 36, sino la exposición de este modelo social que trasciende las fronteras, la representación de una clase deslumbrada por las promesas de la mercadotecnia y el capitalismo, que ha alcanzado la cumbre del egoísmo, un mundo plástico, enmascarado, donde las familias son la suma de individuos solos, donde el valor de las personas depende de la marca de los objetos que usan. Donde a pesar del vacío, la soledad y la insatisfacción, todo se vale con tal de ser parte del espejismo que promete un barrio privado.
“Yo no estoy en contra de que una persona se encierre en un lugar a vivir y levante un muro; pero tiene que saber que eso tiene una consecuencia de la que debe hacerse cargo”, ha dicho Claudia Piñeiro. Y esto es justamente lo que ella logra plasmar, el libro no es una novela de suspense, sino un tratado social que nos recuerda esta responsabilidad que todos tenemos de lo que sucede dentro y fuera de nuestras murallas, dentro y fuera de nuestras familias y de nuestra vida.

Mariel Turrent Eggleton
REVISTA NEM octubre